domingo, 9 de octubre de 2016

Improvisación

Me cuesta dormir. No me concentro. Algo me falta.

Me faltaba escribir.

Escribo, como ya dije una vez, de una mente en negro a un folio en blanco, vomitando pensamientos. Nada de esto tiene un hilo, es puramente terapéutico.

Se acerca el comienzo de otra etapa y todavía no me había parado a reflexionar sobre lo que ello implica. Todas las nuevas etapas suponen algo bueno y algo malo. Todas despiertan las mariposas que, a causa de la comodidad, se duermen en el estómago; y todas llevan consigo despedidas, por muy odiadas que sean.

En los últimos meses, mi vida ha consistido en sucesiones rápidas. Períodos cortos de mi vida, diferentes entre sí e intensos como nunca antes. Una montaña rusa de emociones y experiencias que coleccionar y recordar con un cariño infinito. Un corazón reinventado, revivido, sofocado y florecido. Una sonrisa que ha aumentado por lo menos tres tallas desde que me lancé a la aventura de salirme del sendero, de mandar a la mierda lo que se espera de mí para ser un poco menos racional y un poco más feliz.

En los últimos meses he sufrido como hacía años que no lo hacía, me he perdido a mí misma, he huido y me he encontrado en el reflejo de otras pupilas, me he descalzado, he bailado, he reído y he crecido. Me encantan esos capítulos vitales que, como en los libros, no te dejan respirar hasta que no los terminas. Pensándolo bien, no sé a ciencia cierta si esto es un final o simplemente un paréntesis. A veces una cambia de capítulo, o incluso de libro, sin darse cuenta. Me gustaría poder regresar cuando quisiese a este ritmo loco, si fuese necesario.

En los últimos meses me he enamorado tanto que me duele. Me he enamorado de tantas personas a la vez y me siento tan orgullosa de haberlas tenido en mi vida que no puedo evitar sentirme triste, ahora que me alejo de ellas. Diría que ojalá nuestras vidas se hubiesen cruzado antes, pero prefiero decir que ojalá no dejen nunca de estar enredadas, cada uno en su propio desorden y en su propia libertad. Me marcho con un pedazo de todos vosotros, con el pecho a rebosar de abrazos invisibles que no abarcan lo suficiente para estrujaros a todos.

Tengo mucho más que decir, pero quiero acabar así, con este amor que pocas veces me brota tan sinceramente y del que deberíais aprovecharos.



Pío.

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