domingo, 20 de septiembre de 2015

Cuenta atrás

Cosquilleo en el estómago, nervios, pérdida del apetito, mil ochocientas veintiuna visualizaciones mentales del momento, treinta y cinco repasos de lo indispensable... 

No hablo de una cita -aunque también podría considerarse así-, sino de un viaje. Uno de esos viajes que sabes que van a cambiarte, que no van a dejarte indiferente, uno de esos viajes con mayúscula que pocas personas tienen la oportunidad de disfrutar.

Me voy a la India

Se dice muy rápido, pero no tan rápido se prepara una experiencia así. No me voy a hacer turismo, aunque lo haré, en la medida de lo posible, me voy, como quien dice, a la guerra. Me voy a ayudar en la lucha contra la pobreza, contra la discriminación, contra la represión que sufren a diario personas por la mala suerte de haber nacido donde han nacido y bajo las circunstancias en las que han nacido.

En los últimos meses me han dicho "pero si en España también hay pobreza, no necesitas irte a la India" unas quince veces. Y ya me canso de responder lo mismo: personas somo todos y ayuda solo reciben algunos. Si supiese dónde está la gente más necesitada, dónde mi presencia sería más útil, iría de cabeza, pero no hay ningún ranking en el que pueda comprobarlo. Podría haber decidido también ir a sitios más peligrosos, países inmersos en conflictos bélicos, por ejemplo, pero por ser mi primera experiencia fuera de Europa he considerado que mejor no fuese así (por eso, y porque mi familia me ataría con cadenas al sofá de casa para que no me marchara).

Que haya decidido descubrir con mis propios ojos la pobreza extrema de oriente no quiere decir que no me interese por la pobreza y los problemas sociales de mi país, de hecho, me muevo todo lo que puedo por actuar en éstos últimos, también (echad un vistazo a mi iniciativa AlCuadrado). Sinceramente, desconozco el motivo por el que me decidí por un viaje de tal envergadura, o quizás existan muchos motivos para ello. Lo llevaba en mente desde hace años, se me descomponía el alma cada vez que veía imágenes de niños desnutridos, de mujeres apedreadas, de familias sin hogar, y de cómo en los llamados "países desarrollados" la mayor parte de la gente hacía oídos sordos, porque para muchos cerrando los ojos, desaparecía el problema. Pero para mi no.

Estudié psicología con vistas, quizás, a descubrir por qué pensamos como pensamos y por qué actuamos como actuamos. No lo he conseguido. Pero sí aprendí que si una persona da un paso al frente, se produce un efecto ola y muchos indecisos llegarán a darlo también; aprendí que siendo un modelo a seguir para muchos, se rompían barreras y tabúes sociales que nos oprimen; aprendí que mostrando tus propias alas, muchos descubren las suyas en la espalda.

Me marcho en tan solo dos semanas con la mochila cargada de ganas y con todos los sentidos al 100%. En este blog iré contando todo lo que vaya viendo y viviendo, contaré en primera persona lo que este viaje de voluntariado va a aportarme y lo que va a quitarme. No ha sido fácil llegar a donde estoy, se me han planteado muchos obstáculos por el camino, pero finalmente, no sin esfuerzo y gracias a las personas que siempre me apoyaron incluso a pesar de su miedo a perderme, aquí estoy.

Eva.