martes, 10 de noviembre de 2015

Hasta pronto

Se acabó. Lo que tantos años había soñado ya ha terminado. Y me ha sabido a poco, como esperaba. 

Dejo atrás un mes increíble, uno de los meses más intensos de mi vida, uno de los meses en los que más he podido absorber del mundo, de la humanidad. Dejo atrás un sueño cumplido, ¿hacia dónde he de apuntar ahora?, ¿cómo he de sentirme? Nostalgia, alegría, agradecimiento, añoranza, tristeza. No tengo ni idea de cómo me sentía cuando no dejaba de llorar en el avión de vuelta. No sé cómo expresar lo que este viaje ha hecho en mí, lo que me ha enseñado, lo que significa para mí haber visto lo que he visto, haber sentido lo que he sentido, haber conocido a las personas a las que he conocido. ¿Qué voy a contestar cuando me pregunten qué tan en la India? No existe una respuesta que nadie excepto yo pueda comprender.

Esta ha sido una de las mejores experiencias de mi vida y me alegro de haberla vivido a mis 21 años. Todavía me queda muchísima vida para seguir empapándome del mundo entero, y ganas infinitas. Me siento viva, me siento joven, me siento enormemente afortunada. No quiero tener dinero, no quiero llenarme de objetos materiales que me vacíen por dentro, sé que puedo encontrar la manera de hacer lo que quiero hacer, a pesar de las barreras (principalmente económicas) que me limitan a mí y al resto. Todo es cuestión de prioridades y la mía es luchar por todo aquello que me haga feliz. Algunos me tachan de ingenua, de vivir en las nubes, de no tener los pies en el suelo, y quizás tengan razón, no los tengo, pero seguiré volando hasta que me caiga por mí misma y no por los avisos de otros.

Siento que puedo seguir adelante aceptando que no todo a mi alrededor es justo, ni bueno para mí ni para ti, ni para los demás; puedo seguir adelante a sabiendas de que no puedo cambiarlo todo, pero de que puedo ayudar, y de que a veces una pequeña acción tiene grandes consecuencias. Siento que me queda mucho que ofrecer en India y seguiré ayudando en lo que pueda desde aquí. Siento que lo poco que me ha dado tiempo de hacer en Pondicherry ha tenido grandes repercusiones. Siento que me han querido muchísimo más de lo que yo esperaba. Tan solo un mes y he recibido un cariño que jamás podría haber imaginado. Me voy con la sensación de que no hay motivos para que me hayan tratado tan bien, al fin y al cabo solo he sido una voluntaria más que llegó y ya se ha marchado, pero siento que he dejado huella, no sé cómo. Lo que he recibido es desmesurado, quizás haya dejado algo en el camino que desconozco y que allí han sabido apreciar. Esperaba pasar desapercibida, llegar, ayudar y marcharme, y sin embargo, siento que me he convertido en alguien importantísimo para las personas que he conocido. 

Y todo es recíproco.


Llegué para cambiarla y ella me cambió a mí.


lunes, 2 de noviembre de 2015

La otra cara

Todo lo bueno se acaba. Y esta vez lo asumo. He disfrutado de cada momento, de cada rayo de sol abrasador y de cada gota de lluvia, de cada carcajada, de cada taza de té y de cada una de las especias, de cada persona, de cada nuevo amigo, de cada una de las cabezas locas que me han acompañado y han hecho de esta experiencia una de las mejores de mi vida. La India no habría sido lo mismo sin ellos. 

Me marcho de Pondicherry en dirección Bombay, donde pasaré mis últimos días antes de volver al invierno español. Exprimiré, como siempre hago, cada segundo y me despediré con un “hasta pronto”. 

¿Cuánto tiempo gastamos en llorar por el pasado?, ¿cuánto tiempo invertimos preocupándonos del futuro? Como era de esperar, este viaje no me deja indiferente, y la diferencia con respecto a otros grandes viajes y experiencias de las que me ha costado desprenderme es que esta vez he aprendido a dejarme llevar, a vivir en el presente y respirar tranquila. 

No puedo sino dar las gracias por haber hecho esto realidad. Gracias a todos los que se interesaron por mí desde el primer día, a los que me dieron buenos consejos antes de venir, a los que me advirtieron de los peligros, a los que siempre me apoyaron y creyeron en mí, a los que temían e hicieron de tripas corazón, a los que desde el principio supieron que no iba a darme por vencida hasta conseguirlo (todos esos que me conocen bien). Y también, gracias a la gente que he conocido aquí, que tanto me ha enseñado y que nunca olvidaré.

Pero esto no ha acabado. Me queda la última parte de la aventura: Bombay. Me queda descubrir la gran ciudad, el otro lado de la moneda. Me queda descubrir lo que es ser una turista rica entre los pobres. 

Si soy sincera, estoy algo asustada. 

Pocas veces siento miedo y sentirlo nunca es para mí un impedimento, pero sí, lo admito. Creo que es difícil dar el paso de ayudar en una ONG a convertirme en un cajero automático para los indios. Y más allá de eso, es mucho más duro para mí pasar de ser una chica joven que ayuda, a una chica joven a secas. En Bombay pierdo todo el respeto que he podido tener entre los que me rodean, ahora solo seré una mujer, blanca, joven, con todo lo que ello conlleva aquí.

Volveré con más historias y opiniones sobre esto. ¡Deseadme suerte!